martes, 15 de abril de 2008

El socialismo del siglo XXI, nueva teorización de viejas ideas antimarxistas


La simpatía que el proceso político venezolano tiene entre los pueblos de Latinoamérica y la adhesión pública que Hugo Chávez hizo al denominado Socialismo del Siglo XXI ha llevado a ciertos sectores de trabajadores y el pueblo, no solo en nuestro país, a pensar que esa es una alternativa revolucionaria frente al oprobioso sistema capitalista. Inclusive, en nuestro país, Rafael Correa ha dicho ser partidario de esa propuesta que, más allá de su denominación, su contenido tiene poca difusión.

No sorprende que esto último se produzca, puesto que la versión que uno u otro defensor del SS21 tiene sobre dicha propuesta difiere, las interpretaciones son variadas, aunque coincidentes en un aspecto: en esencia son antimarxista- leninistas.
Heinz Dieterich es reconocido como el ideólogo del SS21, más aún, el mismo se autoproclama como tal, aunque a la hora de revisar su libro “El socialismo del siglo XXI”, resulta que quien tiene el crédito de haber desarrollado la base de su propuesta económica, la denominada “economía planificada de equivalencias” no es Dieterich, sino Arno Peters. De las ocho páginas que en su libro destina para el tema mencionado, siete corresponden íntegramente al fundamento de Peters.

En la Revista Política, edición número 23, nuestro Partido publicó un artículo al respecto, titulado “El socialismo del siglo XXI, nueva teorización de viejas ideas antimarxistas”, escrito por Alejandro Ríos, del que ahora reproducimos algunas partes. No todos los subtítulos de este material corresponden al artículo original.

Sin afectar la propiedad privada, no hay socialismo

El sui géneris socialismo de Dieterich se descubre al leer un ‘texto de su autoría (que) invoca a superar ‘el dogmatismo del discurso de los años treinta que confunde el problema del socialismo con el problema de la forma de la propiedad…’ (subrayado nuestro). De ello se desprende dos elementos: a) que el socialismo sería resultado de la adopción de medidas de carácter super estructurales y no de medidas aplicadas en la base de la sociedad: la estructura económica; y, b) como consecuencia de aquello, que el socialismo es posible construirlo en el marco del capitalismo.
… ¿Puede concebirse un socialismo que respete la propiedad de la burguesía, y por ende los instrumentos en los que se apoya para la acumulación de sus riquezas vía explotación a la clase obrera?
El socialismo del señor Dieterich, en los hechos, defiende la permanencia de la burguesía –y con ella el capital privado local e internacional, aunque manifieste lo contrario-, no en vano propugna la instauración de un “estado no-clasista”, que nos recuerda la vieja tesis del gobierno de todo el pueblo, con el que los revisionistas soviéticos llevaron a la reinstauración del capitalismo en la ex URSS. Inspirado en ese pensamiento, Hugo Chávez sostiene que propugna un socialismo “que se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad[1]”, caracterización bastante vaga, que no hace diferencia de los preceptos levantados en la revolución francesa de 1789: liberté, egalité, et fraternité. Sí ha sido preciso, en cambio, en señalar que busca “un socialismo que no excluya a la empresa privada”[2]
… No puede haber construcción del socialismo si la propiedad privada sobre los medios de producción no es sustituida por la propiedad social y si no se suprime toda forma de explotación del hombre por el hombre. Pero hay que advertir que –a diferencia de formaciones económicas pre capitalistas, en las que el nuevo tipo de economía va madurando en las entrañas del modo de producción anterior-, la economía socialista no puede surgir en las entrañas de la sociedad burguesa, por lo que la vía revolucionaria es la única que conduce al socialismo, y esa vía es la de expropiar a los expropiadores, como señalaba Carlos Marx.’

¿Socialismo o desarrollismo keynesiano?

La distancia entre el marxismo y socialdemocratismo presentado Dieterich y compañía es enorme. ‘Según éste, “la vía para salir del subdesarrollo es la política desarrollista… (que) se mantiene dentro de la economía de mercado y en el marco de la superestructura del Estado burgués”[3], lo que encierra un elemento político sumamente peligroso, porque eso significaría que la clase obrera y los pueblos deben abandonar la lucha por la conquista del poder y hacer suyas la exigencia de retornar al Estado de bienestar, impulsado seis décadas atrás por la burguesía como mecanismo de acumulación y desarrollo capitalistas para enfrentar la crisis que en ese momento carcomía al sistema y como medida política para hacer frente a un floreciente socialismo que atraía la atención de las masas.
Esa conducta política a su vez demandaría el apoyo de las clases trabajadoras a las burguesías criollas en la ejecución de su programa, hasta alcanzar el desarrollo que permita avanzar al socialismo, sobre la base de una alianza estratégico republicana entre los pueblos y los gobiernos[4]. Según Dieterich solo países como Estados Unidos, China o Japón estarían en condiciones de avanzar hacia el socialismo, el resto deberíamos conformarnos con tener un Estado benefactor y una burguesía que lo maneje rumbo al desarrollo.
En agosto de 2006, Yásser Gómez (de la Revista Mariátegui de Perú) entrevistó a Dieterich respecto de la salida frente al neoliberalismo, y esta fue la respuesta: “La salida estratégica al neoliberalismo es, por supuesto, el socialismo, es decir una civilización post capitalista, pero en estos momentos tu no tienes condiciones para hacer el socialismo, porque en primer lugar no tienes el proyecto histórico del nuevo socialismo divulgado masivamente, … si no tienes la teoría divulgada entre la gente, si no tienes movimientos de masas ni vanguardias para implementarla, será una quimera hablar del socialismo como una alternativa al capitalismo neoliberal. La alternativa inmediata es el keynesianismo, el capitalismo desarrollista de Estado. (el subrayado es nuestro) …se tienen que combinar los dos elementos, porque los campesinos, los desempleados quieren una respuesta inmediata y no puede ser el socialismo la respuesta inmediata. Se tienen que vincular los dos proyectos históricos: el keynesianismo y el Socialismo del Siglo XXI”. Los comentarios sobran…’

La vía al socialismo es la economía mixta (¿?)

El periodista José Luis Carrillo publicó en Aporrea.org una entrevista con Dieterich cuyo título es muy decidor: "Economía mixta es la vía al socialismo del siglo XXI”; de acuerdo a esa nota y por boca de Carrillo, ‘Dieterich está convencido de que estatizar la propiedad privada no lleva al socialismo, porque "si la propiedad del Estado fuese socialismo, ya con (el rey) Carlos V tendríamos socialismo en América Latina, porque cuando llega la Corona Española a América, toda la propiedad de la tierra, el subsuelo y lo que está arriba es patrimonio del rey, pero eso era feudalismo, no socialismo. La única vía posible es una economía mixta, que tendría tres sujetos, el Estado, la empresa privada y la propiedad social, como cooperativa" sostiene Dieterich.
… La propiedad estatal por sí no es sinónimo de socialismo, y efectivamente existió en el feudalismo y existe en el capitalismo; pero “olvida” señalar quiénes, qué clases sociales se encuentran al frente del Estado en esas sociedades. En una sociedad en la que los trabajadores se encuentran en el poder, la propiedad estatal no tiene similitud con la existente en el marco del capitalismo, de la que la burguesía y el capital financiero son beneficiarios.
Volvamos a las últimas líneas del texto citado anteriormente y encontraremos que Dieterich es partidario de “una economía mixta con tres sujetos, el Estado, la empresa privada y la propiedad social…” como la vía para ir al socialismo, ubicándolo, en los hechos, como defensor de la propiedad privada.
En ese “socialismo” el papel de la empresa privada estaría condicionado, ni más ni menos, que por la eficiencia, por “la capacidad de administración. Si un ente administra adecuadamente un bien –sostiene Dieterich-no tienes realmente motivo para quitarle la propiedad o posesión, si abusa es otro asunto. Yo asumiría una visión funcional”. Vaya socialismo este, en el que los explotadores, los responsables de las miserables condiciones de vida de los trabajadores y los pueblos se convierten en redentores, gracias a su capacidad de gestión administrativa, olvidando las infranqueables barreras de clase que ubican en posiciones contrapuestas a la clase obrera y clases trabajadoras, por un lado, y la burguesía y el imperialismo, en otro.’

La transición al socialismo

‘El socialismo y el período de transición del capitalismo al socialismo tienen diferencias cualitativas. Hasta lograr la afirmación de la propiedad social y la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción, habrá de tomarse medias encaminadas a reconstituir las fuerzas productivas de la sociedad. …
En este período se aplican todas las medidas para liquidar a la burguesía arrancándole poco a poco el capital y centralizando los instrumentos de producción en manos del Estado, y su naturaleza y duración dependerá de las condiciones particulares de cada país.
Eso significa que, en un inicio junto a la propiedad estatal convivirán y se respetarán: a) la pequeña propiedad privada (pequeña producción mercantil generada por campesinos y artesanos); b) elementos de un capitalismo de Estado, surgido de las concesiones y convenios con capitalistas en sectores donde el nuevo Estado no tiene capacidad tecnológica y científica para desarrollar las fuerzas productivas. Pero esto se dará transitoriamente y en el marco de un sistema nuevo, distinto cualitativamente, porque la clase obrera cuenta con el poder en sus manos y ha pasado de ser clase dominada a clase dominante, un Estado en el que se ejerce la dictadura del proletariado y todas las actividades están orientadas a aplastar los vestigios de capitalismo y no, como sostiene Dieterich, a convivir con la burguesía en un Estado no clasista.
Puede parecer que no hay diferencia entre los dos planteamientos en cuanto a la existencia de diversas formas de propiedad, pero el contraste es radical. El socialismo marxista leninista habla de un período de transición del capitalismo al socialismo en una etapa inicial, pero en condiciones en las que la clase obrera ha tomado el poder en sus manos, creando una circunstancia cualitativamente diferente, en un proceso dirigido por el proletariado y su vanguardia política. Dieterich, en cambio, cuando habla de socialismo o de nuevo proyecto histórico lo hace en términos de las etapas más avanzadas. “La realización del NPH (nuevo proyecto histórico) –asevera- se dará en tres etapas: a) la fase final es la sociedad sin economía de mercado, sin Estado y sin cultura excluyente… b) la fase intermedia será un tiempo de coexistencia de elementos heredados de la sociedad global burguesa y de elementos de la nueva sociedad global postburguesa que servirá para la armonización gradual entre los niveles de desarrollo tecnológico, educativo, económico, político, cultural, militar, etc., de los Estados del Primer Mundo y de los Estados neocoloniales… La primera fase (“c”) de superación del capitalismo global es el tiempo que estamos viviendo… y se caracteriza actualmente por el proceso de constitución de la programática de la sociedad posburguesa…”[5] Nótese que en ningún momento hace referencia a las formas de propiedad de los medios de producción; en la fase superior solo hace referencia a la esfera del mercado y a elementos de la superestructura.’

“Los sujetos de cambio”

‘Bajo este subtítulo Dieterich analiza las fuerzas y el programa del NPH. Aquí, como en la invención del Estado no-clasista, desconoce el papel de vanguardia que le corresponde cumplir a la clase obrera en la conducción del movimiento anticapitalista, al igual que en el proceso de construcción del socialismo. “El sujeto emancipador está conformado por la comunidad de víctimas del capitalismo neoliberal y de todos aquellos que son solidarios con ella. La clase obrera seguirá siendo un destacamento fundamental dentro de esta comunidad de víctimas, pero probablemente no constituirá su fuerza hegemónica.[6]” Esa forma de negar el papel de la clase obrera también se observa en otro aspecto cuando, líneas antes, sostiene que “Tampoco parecen existir las condiciones para la revolución armada en el sentido tradicional…” Ni “tradicional” ni “moderna”, porque en la lógica de los SS21 el uso de la violencia organizada de las masas es incompatible con la transición del capitalismo desarrollista al “socialismo”.
También arremete contra la tesis leninista de la posibilidad de la construcción del socialismo en un solo país; antes lo hizo contra la tesis leninista del eslabón débil, al manifestar que solamente los países con alto desarrollo capitalista (como Estados Unidos, Japón, China…) pueden avanzar al socialismo. En la página 61 encontramos lo siguiente: “Ningún proyecto de cambio nacional profundo puede prosperar en la actualidad, si no se conceptualiza y ejecuta como parte integral del proyecto mundial; debido a que las dependencias de las economías nacionales frente a su entorno son tan profundas que la sobrevivencia de un proyecto no-capitalista dentro del propio espacio nacional se vuelve imposible a mediano plazo. En este sentido, la vieja discusión teórica sobre la posibilidad de construir el socialismo en un sólo país ha sido resuelta por la evolución histórica de las últimas décadas (subrayado nuestro). El capitalismo es un problema sistémico, no local —como el cáncer—; por ende, sólo puede ser vencido con una estrategia de defensa y superación sistémica. Por lo mismo, la praxis democratizadora del sujeto mundial de cambio sólo logrará acumular la fuerza para superar al sistema actual, si conceptualiza la lucha a nivel global y regional, para actuar a nivel nacional y local. (Think global, act local). Jugando a dos aguas, como también lo hace en otros temas, a renglón seguido afirma que “esto no significa que la transformación tenga que hacerse simultáneamente en toda la aldea global, para que sea viable, (…) el nuevo sistema se establece por lo general, en un sector del sistema dominante para luego expandirse gradualmente y convertirse de subsistema o nuevo orden (heterodoxia) en sistema u orden principal (normal): la nueva ortodoxia. Suponemos, que la transición del capitalismo global contemporáneo hacia la democracia mundial participativa seguirá esta misma lógica evolutiva”.
Como en otros aspectos, Dieterich busca aparentar que su propuesta es íntegramente “innovadora”, no obstante recoger –de refilón- elementos reconocidos desde hace muchos años por el movimiento revolucionario. Desde el aparecimiento del Manifiesto Comunista (1848) se formuló la lucha por el socialismo como un fenómeno “sistémico” –para utilizar las palabras de Dieterich- y no local y menos circunstancial, y esa comprensión se resume en la consigna ¡Proletarios de todos los países, Uníos!, y en los esfuerzos inmediatos que se desarrollaron para la organización internacional del proletariado, que dio origen a la Asociación Internacional de Trabajadores, fundada en 1864 y conocida como la Primera Internacional, cuyos primeros documentos reconocían los principios del comunismo científico, pregonaban la necesidad de la unidad nacional e internacional de la clase obrera y el deber de tomar el poder político para lograr su emancipación.
El marxismo siempre ha postulado que la revolución social del proletariado tiene en su contenido una connotación internacional, porque enfrentamos a un sistema y a una clase que ha logrado el dominio mundial, cuya derrota definitiva está condicionada por su eliminación total. Mas, esta revolución mundial, por su forma tiene carácter nacional, es decir, se expresa en los combates que en cada país levanta la clase obrera para derrotar a “su” burguesía y conquistar el poder. De hecho, los efectos de las revoluciones triunfantes locales no se limitan a sus fronteras, tienen implicaciones internacionales al afectar la cadena de dominación del imperialismo, amén de los efectos ideológicos y políticos en el movimiento revolucionario internacional.
En el análisis que Lenin hace del imperialismo, remarca el desarrollo desigual que se opera en los países capitalistas e imperialistas, concluyendo que el sistema se quebrará en su eslabón más débil y no necesariamente en el país con mayor desarrollo de las fuerzas productivas, y la Revolución Rusa de 1917 confirmó aquello.’


“El socialismo de Dieterich, en los hechos, defiende la permanencia de la burguesía –y con ella el capital privado local e internacional, aunque manifieste lo contrario-, no en vano propugna la instauración de un “estado no-clasista”, que nos recuerda la vieja tesis del gobierno de todo el pueblo, con el que los revisionistas soviéticos llevaron a la reinstauración del capitalismo en la ex URSS.”


“El socialismo y el período de transición del capitalismo al socialismo tienen diferencias cualitativas. Hasta lograr la afirmación de la propiedad social y la eliminación de la propiedad privada sobre los medios de producción, habrá de tomarse medias encaminadas a reconstituir las fuerzas productivas de la sociedad…”




[1] II Conferencia de Relaciones Alternativas , Viena, 13 de mayo de 2006 (www.gobiernoenlinea.gob.ve)
[2] Reunión de 12 Jefes de Estado de América del Sur. Venezuela, marzo 2007.
[3] De la intervención de Heinz Dieterich sostenida en la mesa redonda sobre el socialismo del siglo XXI, realizada en Quito el 30 de agosto de 2007 en la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
[4] Ibid.
[5] El socialismo del siglo XXI, págs. 58, 59.
[6] Obra analizada, pág. 58.

2 comentarios:

K-OZ dijo...

a ver si teorizan sobre un socialismo andino ecuatorial
sería ideal empezar a dejar
de remitirnos a biblias del siglo
XIX
los tiempos exigen nuevas aproximaciones teóricas concretas a situaciones de espacio tiempo
concretas

saludos

Blogletario dijo...

Gracias por la sugerencia y la teoria del siglo sigue siendo tan valida mientra la explotacion siga vigente acuedate de la teoria de la relatividad o evolucion de las especies tambien fueron hechas hace mucho tiempo y si hay que seguir profundizando

Asi Somos