domingo, 4 de enero de 2009

Las fuerzas progresistas y de izquierda ganan posiciones

Culminado el año 2008, bien vale hacer una evaluación de lo que éste ha significado para el país y para las fuerzas revolucionarias.

Destaca, sobre todo, en este período la afirmación y desarrollo de la tendencia democrática, progresista y de izquierda y, como contraparte, el mayor debilitamiento de las fuerzas de derecha. Importantes y trascendentes victorias políticas fueron cosechadas por la antes mencionada tendencia, como el haber llevado en forma mayoritaria a integrantes de sus filas a la Asamblea Constituyente y, más adelante, la nítida victoria lograda en el referéndum aprobatorio de la nueva Constitución.

Eso evidencia el desarrollo y profundización de la conciencia política en importantes sectores de los trabajadores y pueblos del Ecuador. Desde hace algunos años se ha hablado de la configuración y presencia de lo que hemos calificado como un anhelo de cambio social entre los sectores populares, manifestación que ahora toma connotaciones nuevas (cualitativamente superiores) debido a la existencia de un gobierno progresista que toma medidas que afectan los intereses económicos y políticos de poderosos sectores de la burguesía. Más aún, la misma presencia del actual gobierno es expresión de la calificación de ese anhelo de cambio.

Es notorio ese desarrollo de la conciencia política de las masas, porque ese un tanto difuso anhelo de cambio de los años anteriores, ahora se muestra como una convicción de que la transformación social es posible alcanzarla a condición de alinearse con las fuerzas políticas más progresistas y de izquierda, como efectivamente está ocurriendo en la sociedad ecuatoriana, creándose mejores condiciones para el trabajo político de las organizaciones revolucionarias.

De hecho, todo proceso tiene variedad de aristas que deben ser atendidas, y el escenario político actual no puede ser una excepción. Al tiempo que sostenemos que la conciencia política de los trabajadores y el pueblo se ha calificado y los vientos soplan a favor de la acción política revolucionaria, no es menos cierto que en esos mismos aspectos hay límites y diques por superar. No toda esa convicción en la posibilidad de cambiar el país se apoya en la necesidad de adoptar medidas y un programa plenamente revolucionario para lograrlo; las visiones reformistas, el legalismo y el humanismo liberal burgués que pregonan la ejecución del cambio económico - social respetando la institucionalidad burguesa tienen fuerte incidencia en el movimiento popular. Ese es el límite al que nos referimos, que por supuesto debe ser superado para llevar a la victoria la revolución social del proletariado.

Como fuerza revolucionaria, nuestro Partido ha dado su contribución para el desarrollo de la tendencia democrática, progresista y de izquierda y para que el escenario político actual tenga las connotaciones que tiene, pero al mismo tiempo somos conscientes que las limitaciones presentes en la conciencia del pueblo reflejan la debilidad de la izquierda revolucionaria. Todo indica que en los meses venideros la tendencia progresista y de izquierda logrará nuevas victorias y mayores niveles de desarrollo; pero, para los marxista leninistas es fundamental que, dentro de ella, los ideales de la revolución socialista se manifiesten más robustos y se conviertan en el eje articulador del movimiento político. Ese es nuestro reto.

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