n lo fundamental, que Correa ha perdido el respaldo de la mayoría de ecuatorianos. Cuando la consulta fue convocada éste contaba con el 65% de apoyo popular, ahora confiaron en él no más del 45%. Visto desde otro lado, este proceso nos muestra que el rechazo popular al gobierno se ha incrementado.
Los propósitos del Presidente y Alianza PAIS de afirmar su proyecto político no se cristalizaron, apenas ha podido conseguir –hasta este momento- un pequeño triunfo electoral, muy, pero muy distante de la contundente victoria con la que amenazaron. La preocupación, el desconcierto cunde en sus filas y ya se escuchan los reclamos mutuos de responsabilidad por los resultados y se avizora la profundización de las pugnas internas, algunas de las cuales se desembocarán en purgas de sus filas. El oportunismo los lleva a eso.
La consulta popular ha sido escenario de una intensa confrontación entre el gobierno y su proyecto populista-demagógico, apoyado por sectores de la burguesía y, por otro lado, el movimiento popular, la izquierda revolucionaria que levantamos una propuesta de un NO popular. En este bando también actuó un sector de derecha que lo hizo desde posiciones reaccionarias, pero las diferencias de posiciones políticas quedaron nítidamente establecidas entre las fuerzas del NO. Quienes en este sector jugaron un papel fundamental en la campaña fueron los que levantamos el NO desde las posiciones progresistas y de izquierda, en el marco de impulsar un proyecto de auténtico cambio político y social.
El caudal electoral de Correa ha disminuido ostensiblemente, pero aún es importante. Incluye a sectores populares empobrecidos que creen que en el país existe un proceso de cambio, que están atrapados por la propuesta ideológica de la denominada “revolución ciudadana” y también está compuesto por sectores que sienten agradecimiento por la obra material del gobierno. La izquierda debe desarrollar un intenso trabajo en ellos para desencantarlos de la personalidad y la acción de Rafael Correa y mostrarlos el sendero de lo que significa un auténtica revolución social.
Sin duda, las elecciones del 7 de mayo abren una nueva etapa en la vida política del país, pues, se produce un cambio en la correlación de fuerzas que provoca mejores condiciones para el que hacer del movimiento popular. La imagen de un Correa invencible ha caído por los suelos
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