viernes, 30 de mayo de 2008

Propiedad privada y expropiación en el Ecuador

La Asamblea Constituyente instalada en el pequeño cantón de Montecristi, provincia de Manabí, cuna del liberal revolucionario Eloy Alfaro, al tratar esta semana de definir el tema del carácter de la propiedad, las funciones sociales que debe cumplir y las posibilidades de expropiación o confiscación en caso de que no cumpla ninguna, encendió el debate al punto de llamarada.



Sí, a punto estuvieron los asambleístas representantes de diferentes partidos de derecha, de consumirse en sus propios fuegos fatuos de alarmismo y denuncias apocalípticas acerca del fin de su tan hueca libertad de poseer, que según uno de ellos encarna la más elevada de las aspiraciones humanas. Vaya estupidez.

Sin proponérselo, adicionalmente la Asamblea deja al descubierto otro elemento fundamental en el proceso de debate político actual; ¿para que sirve el poder? Y todas las implicaciones que tenemos al responder esa pregunta. Pero primero tratemos brevemente el asunto sagrado de la propiedad.

¿Qué el derecho a la propiedad está amenazada? ¿Y quien debería temer que le quiten sus fábricas, sus grandes haciendas, sus departamentos de lujo, las acciones en grandes compañías, o las inversiones en petroleras norteamericanas, sus colecciones de autos de lujo, sus grandes lotes de terreno de engorde en calles céntricas de las ciudades del Ecuador? ¿Quien posee todo esto? ¿Usted señor que trabaja como burócrata en algún ministerio, usted señor que tiene su pequeño taller, su salchipapería, o acaso usted que tiene algún masterado y lleva buscando empleo por dos años y no encuentra, o usted que vende informalmente medias y calzoncillos en las calles de Quito, Guayaquil, Cuenca, Ambato o quien sabe donde?

QUIENES TIENEN EN EL ECUADOR?

En realidad los poseedores son una minoría ínfima…un puñado de familias, con apellidos tan conocidos como; Ginatta, Noboa Pontón, Febrescordero, Estrada, Kronfle, Romero Carbo, Wrigth-Durán Ballén, Nebot-Marcos, Tzarnisky, Paz, Gangotena, Isaías Dassum, Eljuri, Wong, Pachano Bertero, Mantilla Ortega, Lasso, Balda Cucalón, Alvarado Roca, Granda Centeno, Martinez Merchán, Vivanco, Cuesta Holguín, Malo Monsalve, Keplinger, Egas Grijalva, Plaza Aray, Tugendhat y otros poquísimos poseedores, que cosa curiosa, enriqueciendose con la explotación del trabajo ajeno, son los que menos “contribuyen” pagando impuestos. Es decir que, a más de humillarnos con su insultante riqueza, son unos tacaños y avaros de campeonato. El Estado y la democracia burguesas solo les sirve en la medida que les garantiza sus privilegios. Vaya desfachatez.

Pero en realidad, la nueva Constitución ¿amenazaría su propiedad? De ninguna manera, en ella se contempla los tipos de propiedad a la que tienen derecho y la función social que tiene que cumplir, “El Estado reconoce y garantiza la existencia y derecho a la propiedad en sus diversas formas; privada, comunitaria, estatal, social, cooperativista, pública y mixta. Todas ellas deberán cumplir función social y ambiental”.

Si los grandes propietarios tienen garantías, entonces ¿donde está la alarma? En aquello de la función social. ¿Acaso no está claro para todos nosotros? Nunca la propiedad burguesa ha tenido, tiene, ni tendrá función social. Entiéndase aquella propiedad sobre los medios de producción (grandes fábricas, haciendas, capitales, etc.) Esto es lo que verdaderamente les preocupa.

Entonces se enciende la alarma para la burguesía ecuatoriana, es ella la temerosa de que al “descubrir” la sociedad que sus grandes propiedades al estar única y exclusivamente al servicio de su personal y egoísta interés de enriquecimiento, se declare de uso público aquellas propiedades, entonces quienes deben verdaderamente estar temerosos de esta correcta decisión de la Asamblea Nacional Constituyente, son esas pocas familias que se han enriquecido con la pobreza de la mayoría de ecuatorianos y mantienen propiedades para especulación sin que sirvan al bien común.

El otro tema que asoma por entre las grietas del debilitado (no derrotado) modelo económico capitalista neoliberal, es el que tiene que ver con la intención de sustituirlo por un modelo patriótico que recupere a través de reformas, derechos arrebatados por sucesivos gobiernos peleles. Al respecto la tendencia patriótica dentro de la Asamblea propone respecto del régimen económico: “El sistema económico es social y solidario, reconoce al ser humano como sujeto y fin; propende a una relación dinámica y equilibrada entre sociedad, Estado y mercado, en armonía con la naturaleza”. Esto no le gustó nadita al posible candidato de la derecha a la presidencia, Pablo Lucio Paredes, quién poniendo el grito en el cielo ha dicho “No debemos eliminar el concepto de economía de mercado, que es básicamente el espacio de intercambio libre entre personas para producir, consumir, invertir y crear”.

Lo dicho. La burguesía no concibe otra manera de existir, producir y crear, que en el estrecho marco de su caduco sistema capitalista, en donde las leyes relativas de la oferta y la demanda, le pone precio a todo.

LOS EXPLOTADOS SUEÑAN CON LO NUEVO

Los pueblos en América Latina y en el Ecuador, creen que se puede avanzar a otro sistema, a otra forma de organización social que deje atrás el egoísmo individual de enriquecimiento para sojuzgar, aplastar y explotar al prójimo. Esa soñada sociedad del respeto al trabajo, a la naturaleza y sus recursos; a la coexistencia pacífica entre pueblos y naciones diferentes; a la posibilidad de la eliminación definitiva de la guerra como mecanismo de repartición del mundo. Esa sociedad a la que con tanto rencor desprecia Jorge Ortiz de Teleamazonas y los temerosos propietarios.

Ellos, ya saben entonces del peligro de ceder espacios y poder a los de abajo, a los explotados, si no lo controlan totalmente. Y los explotados y pobres de la patria ya pueden sacar las lecciones de la presente situación política en el Ecuador.

Si apenas, la tendencia de cambio, expresada en las acciones de la izquierda en la Asamblea y otros espacios de lucha popular, les ha arrebatado la posibilidad de rediseñar el país a través de una nueva Constitución, ha podido hasta ahora, dentro de los límites de la democracia burguesa, recortar el radio de acción de la burguesía y sus partidos políticos, los que se encuentran arrinconados; ha dado paso a la posibilidad de sepultar la anterior Constitución neoliberal aprobada en 1998, con una nueva y patriótica; ha puesto fecha a la salida de las tropas extranjeras en Manta; ha sabido responder a las agresiones norteamericanas a través de su marioneta Álvaro Uribe pretendiendo inmiscuirnos en el Plan Colombia. Ha respondido frente a las demandas de los trabajadores, eliminando la tercerización; de la necesidad de una educación y salud gratuitas; de mejores salarios; incentivos para la producción y subsidios y protección para los más vulnerables. Imaginemos lo que se podría hacer en este país cuando el poder esté en manos de las mayorías; cuando los dirigentes de la nueva sociedad, sean los que crean la riqueza; los obreros y campesinos por ejemplo.

La enseñanza fundamental de este vertiginoso período histórico, de alta confrontación entre pobres y ricos es: los cambios verdaderos y más anhelados se lograrán solo a condición de que la unidad ferrea de todos los pueblos del Ecuador y sus organizaciones populares, tome el poder definitivamente para construir la sociedad que supere definitivamente al capitalismo. Le animamos a que usted, le ponga el nombre a esa nueva sociedad.

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