jueves, 21 de agosto de 2008

Socialismo, la esperanza de los pueblos de latinoamerica


Animados por las victorias y progresos políticos al­canzados por los trabaja­dores y pueblos del continente; varios partidos, organizaciones y movimientos de izquierda revolucionaria de América Latina y Europa nos hemos reunido en Quito, Ecuador, para avanzar en el de­bate sobre el socialismo. Hasta hace pocos años, este análisis hubiera sido considerado como un simple ejercicio teórico; hoy constituye un problema teórico - político que demanda urgente solución.

Un gran auge de luchas de las masas obreras, populares, de la juventud, de las mujeres, de los pueblos originarios, del campesinado conmueve a América Latina. Este poderoso ascenso volteó a gobiernos pro imperialistas y oligárqui­cos en varios de nuestros países me­diante alzamientos populares que, en algunos casos, alcanzaron característi­cas insurreccionales; frustró intentonas reaccionarias como el golpe de Estado en Venezuela; produjo grandes mo­vimientos de masas que practican las formas asamblearias de la democracia directa, desarrolló organizaciones mul­tisectoriales.

Fruto de la lucha de los trabajadores y los pueblos en contra del neolibera­lismo, neodesarrollismo, de la domina­ción imperialista, de las distintas formas de explotación y de la discriminación social y nacional; de las victorias polí­ticas conquistadas por los pueblos en procesos de diversa índole, en Améri­ca Latina se ha producido un cambio en la correlación de fuerzas políticas y sociales. Los sectores oligárquicos y monopólicos nativos más fuerte y abier­tamente ligados al imperialismo, parti­cularmente norteamericano, han perdi­do posiciones en el tablero político; en contraparte, toma fuerza una corriente de pensamiento y organizaciones de­mocráticas, progresistas y de izquierda que, inclusive en algunos países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, han lleva­do al gobierno a exponentes de esas posiciones.

El anhelo de cambio anidado durante años en la mente de nuestros pueblos hoy se eleva al nivel de aspiración por el socialismo. Amplias secciones de trabajadores de la ciudad y el campo, de la juventud, de intelectuales, de am­bientalistas… se interesan por debatir la naturaleza y la posibilidad cierta del triunfo del socialismo, al punto que fac­ciones burguesas, pequeño burguesas y otras que falsifican, deforman y tergi­versan el socialismo, pretenden mani­pular dicha tendencia, para canalizarla hacia posiciones que no dejan de ser funcionales al sistema capitalista.

El socialismo es un estadio cualitativa­mente diferente y superior al capitalis­mo; no podrá nacer en las entrañas del actual sistema imperante, para cons­truirlo es imprescindible la conquista del poder por parte de los trabajadores, la destrucción revolucionaria del viejo Es­tado de las clases dominantes, acabar con la dependencia extranjera y poner fin a la explotación asalariada. Su edi­ficación exige la transformación radical de la base económica, la sustitución de las formas capitalistas de propiedad y las relaciones de producción por un ré­gimen de propiedad social: únicamente así serán liberados los trabajadores y el trabajo no será sólo un medio de vida sino la primera necesidad vital.

Característica de esta sociedad es la plena y gran democracia para las cla­ses trabajadoras y la adopción de medi­das coercitivas en contra de la minoría que intente restaurar el viejo sistema; la participación directa de las masas en la definición de todos los asuntos rela­cionados con el desenvolvimiento de la sociedad. En ella el pueblo decide qué se produce, cómo se produce y cómo se distribuye la producción. La libertad garantizada para las amplias masas presupone el establecimiento de meca­nismos que garanticen las conquistas materiales y políticas de los pueblos e impidan la acción de las antiguas y minoritarias clases explotadoras para subvertir el nuevo orden y recuperar lo perdido.

La confrontación con las clases domi­nantes nativas y el imperialismo se da en todos los terrenos y debemos pre­pararnos para enfrentarlas y derrotarlas en todos ellos. No es posible alcanzar la victoria en estas batallas si los tra­bajadores y los pueblos no desarrollan y fortalecen su organización política independiente, si carecen de una con­cepción teórico – política de carácter científica y revolucionaria.

El triunfo de la revolución será el resul­tado de la conjunción, de la aplicación hábil y creadora de todas las formas de lucha, tomando en consideración las condiciones y circunstancias concre­tas. Pero es evidente, y la experiencia histórica lo avala, que solo mediante el uso de la violencia organizada de los pueblos es posible expulsar del poder a los grupos oligárquicos y derrotar la violencia reaccionaria ejercida por su aparato estatal.

Es evidente que las actuales condi­ciones políticas y sociales que vive la región son favorables para la acción y el trabajo de las organizaciones revo­lucionarias; pero eso no significa que las cosas sean más fáciles. Nos corres­ponde disputar con fuerzas y posturas reformistas y funcionales al sistema la conducción de las masas y elevarlas a posiciones revolucionarias; aclarar en ellas que, para que el socialismo sea revolucionario, debe erigirse en con­cepciones de índole científico. Cerrar el paso a quienes levantan falsas bande­ras socialistas, es una tarea revolucio­naria.

Derrotar al imperialismo y a las clases dominantes demanda la unidad de las fuerzas revolucionarias, democráticas y antiimperialistas, que debe expresarse en los ámbitos y acciones locales e in­ternacionales. Particularmente hoy, las fuerzas de izquierda revolucionaria te­nemos la responsabilidad de ponernos al frente de la lucha de los trabajadores y el pueblo, y hacer esfuerzos para ga­nar posiciones dentro de la tendencia de cambio existente entre los pueblos de la región, para que éstos puedan cumplir con las tareas revolucionarias.

Sabemos que el movimiento de los trabajadores es internacional, pero así mismo entendemos que nuestra contri­bución a este proceso debe ejercerse llevando a la victoria la revolución y el socialismo en cada uno de nuestros países.

Extendemos nuestra solidaridad con to­dos los pueblos que luchan por su libe­ración especialmente con Bolivia que está bajo la amenaza inmediata del desmembramiento territorial empujada por el imperialismo norteamericano y la oligarquía criolla, que arman sus ban­das fascistas para consumar sus pro­pósitos.

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