martes, 16 de septiembre de 2008

La desestabilización es arma del imperialismo en América Latina

Los graves disturbios de las regiones separatistas de Bolivia pone en evidencia la estrategia del imperialismo para enfrentar a los jóvenes gobiernos democráticos, progresistas y patrióticos de América Latina, que se resisten a comportarse como simples fichas o extensiones de los intereses económicos y geopolíticos del imperialismo a diferencia del servil y obsecuente gobierno colombiano de Álvaro Uribe.

La respuesta soberana y firme del gobierno de Evo Morales, al responsabilizar al embajador de Bush de incentivar los disturbios internos de ese país y exigir su salida al declararlo “persona no grata”, pone en evidencia el cambio de comportamiento político de regimenes como el de Venezuela y Honduras que se solidarizaron con Bolivia al expulsar de su territorio al embajador yanqui. Esto resulta inédito y llena de pavor a la potencia con el ejército más poderoso de la historia de la humanidad, que es desafiado en lo que se llamó alguna vez su “patio trasero”.
La Unión de Naciones Sudamericanas-UNASUR, ha respondido frente a la crisis boliviana superando la competencia de la OEA, que en estos casos se convertía en un tentáculo más de poderosos intereses norteamericanos, que históricamente han lesionado a nuestros pueblos, como en 1945 en el diferendo limítrofe que desmembró al Ecuador, beneficiando con un fallo de la OEA a la estadounidense Standard Oil, con fuertes inversiones en el Perú. En esta ocasión la UNASUR actuó con eficacia precautelando la soberanía regional y estableciendo bases para la pacificación de Bolivia; José Miguel Insulza, secretario general de la OEA, llegó para hacer una floja intervención lírica, pasando prácticamente desapercibido.

El respaldo de la UNASUR al gobierno de Bolivia ha sido unánime y contundente, superando las expectativas del propio presidente Morales, este organismo decidió apoyar el proceso de diálogo, entregar asistencia técnica y logística sin límites. Las investigaciones por las masacres en el departamento de Pando avanzarán con la participación de una comisión conformada por la UNASUR.

QUE PUEDE PASAR EN ECUADOR
Así las cosas, el gobierno de Bush ensaya una serie de alternativas desestabilizadoras para los gobiernos no sumisos de América Latina, que incluye posibles intervenciones de agentes de la CIA, como lo denunciara en el Ecuador, el director del Movimiento Popular Democrático-MPD15, Luis Villacís, que tienen como objetivo la erosión del prestigio de estos gobiernos entre la población y fortalecer a la derecha pro imperialista.

A esto hay que sumar las altisonantes declaraciones de algunos miembros de la oligarquía separatista de Guayaquil, como Jaime Nebot que ha dicho que en caso de ganar el Sí, llamaría a la desobediencia de la nueva Constitución. Pero quien ha ido más allá en sus declaraciones ha sido el gestor de la entrega de la Base de Manta en 1999, al ejército norteamericano, el socialcristiano Heinz Moeller, al afirmar en un conocido programa de entrevistas de TV, del derechista Jorge Ortiz, que “está dispuesto a luchar contra la opresión, la tiranía y la dictadura (de R. Correa) en la que los periodistas han tomado la bandera” y “aplaude las aspiraciones independentistas de Bolivia que se defienden de un gobierno autoritario”, agregando que “los guayaquileños harán bien en no aceptar la dictadura de Correa”, al tiempo que defendía al ex presidente socialcristiano León Frebrescordero y a su coideario Nebot.


¿Estaría dispuesta la oligarquía guayaquileña a ensayar un modelo de desestabilización separatista a la boliviana? Las probabilidades de que esto suceda son muy altas, dada la debilidad y dispersión de la derecha ecuatoriana y del retroceso de convocatoria de otro derechista como el coronel Lucio Gutiérrez.


Así entonces, el escenario de desestabilización que hoy sufre el gobierno boliviano, podría hacerse extensivo al de Ecuador –después del previsto triunfo del Sí a la nueva Constitución, a través de una creciente ola de sospechosos asaltos, e incremento de la sensación de inseguridad para las clase media, con lo que se buscaría ampliar su descontento y captarla hacia las posiciones de la derecha. Otro mecanismo sería la organización de sabotajes al sistema energético y de telecomunicaciones, en coordinación con una escalada especulativa de productos de primera necesidad. Sin descartar esporádicas escaramuzas armadas provenientes de ex militares descontentos.


La aparente “tolerancia” del imperialismo norteamericano, con respecto a los jóvenes gobiernos progresistas de la región toma otro carácter y se apresta a ensayos, que bien la podrían poner al borde de una insubordinación abierta hacia la gran potencia del norte.


Para los comunistas, revolucionarios patriotas, hombres y mujeres el 28 de septiembre debe constituirse en un nuevo escenario donde asestemos un contundente golpe a la derecha y al imperialismo llevando a la victoria el Si a la nueva Constitución, que frene las aspiraciones separatistas y entreguistas de los grupos monopólicos de nuestro país y construyamos una gran unidad popular con miras hacia el socialismo.

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