domingo, 21 de noviembre de 2010

Otra vez gato por liebre

Con pomposa publicidad el gobierno anuncia la implantación del salario de la dignidad, que se incluye en el Código de la Producción, proyecto económico urgente que discute la Asamblea Nacional, según el cual el salario digno será de 336 dólares mensuales.

Al respecto, el artículo 328 de la Constitución manda que la remuneración del trabajador será justa, con un salario digno que cubra al menos sus necesidades básicas y las de su familia; debiendo revisarse anualmente. Esta norma se complementa con la vigésimo quinta disposición transitoria, que establece la revisión salarial anual y progresiva, hasta que cubra las necesidades básicas de la familia; cuyo costo a septiembre último, bordeó los 540 dólares por mes.

Sobre el tema, el Código de la Producción pretende fijar el salario digno como la sumatoria de la remuneración básica, más las doceavas de la décimo tercera, décimo cuarta remuneraciones y utilidades; beneficios por contratos colectivos y el fondo de reserva ya mensualizado.

De aprobarse esta norma, ni el gobierno ni los empleadores aportarán en lo más mínimo al salario digno; pues serán los propios trabajadores, quienes mediante la mensualización de sus beneficios obtenidos en décadas de lucha, financien el salario de la dignidad. Hay que recordar que el décimo tercer sueldo se estableció para que los trabajadores cuenten con recursos ante el consumismo navideño; que el décimo cuarto sueldo se concibió para enfrentar el inicio de clases; y que las utilidades y el fondo de reserva fueron concebidos para generar el ahorro del trabajador para proyectos familiares de mejoramiento del nivel de vida; o, posibles emergencias. Todos estos elementos desaparecerán de aprobarse la propuesta oficial, quedando la revolución ciudadana ante la historia, como una época funesta para los derechos laborales, pues ni los gobiernos más reaccionarios se atrevieron a implementar tamaño despropósito contra el sector trabajador.

Una vez más, las pretensiones de Correa, violan la Constitución, amplían la serie de tomaduras de pelo al pueblo ecuatoriano, que se reflejan en cuerpos legales como las leyes: Minera, de Educación Superior, Hidrocarburos, COOTAD, Servicio Público. Parafraseando al decir popular, podemos afirmar que la revolución ciudadana otra vez nos mete gato por liebre; consumando una nueva farsa, esta vez contra los trabajadores ecuatorianos. ¿Será acaso en recordación a los caídos el 15 de noviembre de 1922?

Frente a la falacia gubernamental, cobra fuerza el planteamiento del Asambleísta Jorge Escala del MPD, que exige un salario digno de 336 dólares mensuales, con ajustes anuales, para en dos años equipararlo a la canasta básica; sin que en su cálculo se incluyan los décimos, ni las bonificaciones adicionales, ni las utilidades; pues éstos son componentes distintos de la remuneración, conforme fue el espíritu del legislador al crear esos derechos.

Ante este nuevo engaño, los trabajadores tienen una nueva bandera frente a un gobierno que ha traicionado el proyecto de cambio y que en vez de combatir los privilegios de los sectores dominantes y del imperialismo, arrecia ahora contra los derechos de los trabajadores y pueblos del Ecuador.

martes, 16 de noviembre de 2010

Nefasto precedente

La Dra. Gladys Terán ha asegurado que su nombre quede escrito en la historiografía jurídica ecuatoriana. Mérito logrado con bastante esfuerzo por pocos profesionales del derecho, pero en este caso alcanzado con desfachatez. Su fallo en contra de Marcelo Rivera –el primero de esa naturaleza en la vida del país- no solo puso cerrojo a la prisión en la que él permanece desde hace casi un año, también abrió otras puertas para que nuevos dirigentes populares y activistas sociales copen las cárceles bajo la acusación de acción terrorista, sabotaje o desestabilización. La criminalización de la protesta se ha oficializado y, para estar a tono con la “revolución ciudadana”, ya es de todos.

Hasta hace poco tiempo en Ecuador no se hablaba de esto. Escuchábamos denuncias de procesos penales seguidos en contra de dirigentes sindicales o populares en Argentina, Colombia, México o Chile y nos solidarizábamos con sus víctimas, pero de pronto aquí también empezamos a ver que desde las esferas gubernamentales se daba un tratamiento distinto a la protesta popular y brotaba un nuevo lenguaje en su contra. Los paros, los cortes de carretera empezaron a ser calificados de sabotaje y a sus líderes se los motejó de ineptos, incapaces, terroristas. ¡Cuidado, se está criminalizando la protesta y la acción de las organizaciones populares! –advertían algunos líderes sociales y dirigentes políticos de izquierda. Y no exageraron.

La criminalización de la protesta se produce cuando el Estado otorga preeminencia al Código Penal sobre el resto de leyes para juzgar, tipificar y sancionar el comportamiento de las organizaciones sociales y sus líderes. De esa manera un reclamo o una acción de protesta, hasta ahora considerados como derechos, se convierten en acciones punibles, es decir, en delitos.

En la práctica niega los derechos de expresión y organización, ahoga la voz de quienes más necesitan ser escuchados y vuelca la actividad sindical, estudiantil, política, social en general en desestabilizadora del régimen. En donde hay un reclamo salarial, una exigencia por el respeto al medio ambiente, un llamado de atención para que la educación llegue a todos, una movilización en oposición a la privatización del agua o a la entrega de nuestros recursos naturales a las transnacionales extranjeras o una crítica a la conducta del Presidente el Estado ve un delito o un intento de delinquir, a sus protagonistas como delincuentes y a las organizaciones que les amparan como asociaciones ilícitas.

Los propósitos de una política de esta naturaleza son claros: hostigar, perseguir y reprimir a quienes ejercitan una actividad política en distintos frentes del quehacer social-popular y, de esa forma, inhibir la lucha de las masas. Como política de Estado, para su ejecución actúan en unidad de acción gobernantes, funcionarios de alta responsabilidad, jueces, aparatos represivos, medios de comunicación, políticos de derecha, etc. siendo por lo tanto una forma de gobernar y de ninguna manera un comportamiento circunstancial.

Por supuesto que no todos son víctimas de esta violencia institucional, se la aplica sobre aquellos sectores a los que el gobierno no ha podido cooptarlos para su política, o para frenar los conflictos sociales que las medidas clientelares no pueden evitarlos.

Y a pesar de señalar que la criminalización pone bajo la óptica de la ley penal el comportamiento del movimiento popular, no toda acción encaminada a lograr los objetivos de esta política de Estado se mueve por los caminos de la legalidad, pues su ejercicio incorpora –en determinados momentos y circunstancias- la acción de aparatos “paraestatales” (paramilitares), como ocurre en Colombia o en Centroamérica.

Criminalización de la protesta y linchamiento mediático

La criminalización de la protesta social no podría aplicarse a plenitud si previamente no se trabajara en lo que se conoce como “linchamiento mediático”. Este último crea las condiciones psicológicas en la población para que acepte una política represiva aplicada en contra de otros, a quienes previamente se los muestra como violentistas, peligrosos, enemigos de la sociedad y el país, saboteadores o terroristas. La lista de calificativos puede ser extensa.

Al linchamiento mediático se lo conoce también como la satanización de una persona u organización, en cuyo proceso los medios de comunicación juegan un papel fundamental. Sin dar derecho a la defensa, envilecen a quien se ha convertido en objetivo político lanzando en su contra todo tipo de juicios de valor negativos; lo juzgan y sancionan ante la sociedad sin otorgarle el derecho a la defensa. Así, todo lo que el Estado haga en su contra es poco, e inclusive faltaría fuerza en la ley para reprimirlo.

Antes de que los Estados Unidos lancen sus misiles en contra de Irak y luego sus tropas pisen el territorio de ese país, ¿quién dudaba de que Saddam Hussein era poseedor de armas de destrucción masiva y que, por su culpa, el mundo tenía los días contados? Antes de que el ejército yanqui invadiera Afganistán ¿quién ponía en tela de juicio que en sus montañas se escondía Osama Bin Laden? Tras varios años de invasión militar, los yanquis retornan a su país sin siquiera una prenda de vestir del “terrorista más peligroso del mundo” y sin un tubo de ensayo que demuestre que en Irak se fabricaban armas químicas. Sin embargo Hussein ya fue colgado, miles de iraquíes y afganos inocentes asesinados, quedan millones de dólares en pérdidas materiales… pero, por supuesto, las ganancias de las petroleras gringas son enormes. En estos casos el éxito político del imperialismo fue rotundo: lograron engañar a todo el mundo para posesionarse en esos puntos estratégicos, la maquinaria mediática funcionó a la perfección.

En nuestro país el linchamiento mediático a la izquierda revolucionaria es una realidad. Sin prueba alguna, y en base a la repetición de ideas y frases pre elaboradas, los grupos de poder han logrado que un importante sector de nuestro pueblo esté convencido que aquella no tiene propuestas sólidas, e inclusive que ni siquiera tiene propuestas; han podido persuadir de que además es responsable del pésimo sistema de salud, de la crisis educativa o de que los sindicatos son los causantes del atraso del país y de que el movimiento indígena quiere apropiarse del agua. De esa manera el Estado tiene ganados espacios en el combate al movimiento popular; golpearlos le resulta más sencillo, pues la represión tiene más campo de acción cuando existen ciertos niveles de consenso social.

Marcelo Rivera es el caso típico de la persona víctima del linchamiento mediático y de la criminalización de su actividad de dirigente estudiantil universitario. Los medios de comunicación privados y públicos y el mismo Presidente de la República trabajaron durante mucho tiempo para desfigurar la personalidad del presidente de la FEUE presentándolo como un joven violento, con pésimo rendimiento académico, itinerante en varias facultades de la universidad, peligroso para la sociedad, representante de una organización antidemocrática, etc. Cuando fue apresado el 8 de diciembre de 2009 el rector de la Universidad Central lo acusó de acción terrorista y ya sabemos el curso y los resultados de ese proceso infame.

En el caso de Marcelo Rivera cada institución y cada uno de los personajes cumplieron un papel: Correa al calumniarlo en varias ocasiones y pedir su detención un mes antes de los sucesos del 8 de diciembre; la Policía que introdujo provocadores en la protesta de los universitarios en aquella fecha; el rector y otros miembros de Consejo Universitario (entre ellos un abogado de filiación “socialista”) que presentaron el juicio en los términos antes señalados; los medios de comunicación que sancionaron la acción de Marcelo mucho antes de que cualquier autoridad legal se pronuncie; la jueza del Tercer Tribunal de Garantías Penales de Pichincha que sentenció a Marcelo como responsable de acción terrorista a pesar de no existir prueba alguna de su culpabilidad. Es muy claro: la institucionalidad coaligada en el propósito de criminalizar la protesta popular y dejar un nefasto precedente.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Marcelo, un ejemplo de revolucionario

Once meses ha permanecido ya en prisión Marcelo Rivera, y el interés del gobierno y de las principales autoridades de la Universidad Central es mantenerlo 25 meses más. Con su prisión, Correa, Samaniego y otros enemigos del movimiento estudiantil universitario y popular en general creyeron que doblegarían el accionar de un joven dirigente estudiantil, pero se equivocaron. Marcelo, como dice J. V. Stalin, es de aquellas personas “hechas de una trama especial”.

La cárcel no ha cortado sus alas, sus sueños y anhelos por cambiar el mundo; no ha enmudecido su palabra, ni ha encadenado su espíritu y rebeldía; tampoco ha apagado su alegría y el amor por la vida, no obstante en este momento la pone en juego en una nueva batalla por la verdad y la justicia, a través de una huelga de hambre que ha despertado la solidaridad en todo el país.

Marcelo ha hecho de la prisión una nueva trinchera de lucha. Desde ella continúa denunciando el contenido político del proceso seguido en su contra y alienta a sus compañeros a persistir en el combate; más de una vez, con la gallardía propia de los revolucionarios, ha pregonado su militancia en la izquierda y sus anhelos de conquistar la patria nueva y el socialismo. La cárcel no ha podido, ni podrá, cambiar su pensamiento político; en las varias comunicaciones y en las comparecencias ante los jueces ha demostrado valentía y vitalidad para enfrentar el proceso.

¿Qué hace posible a un hombre o a una mujer resistir a la presión y al encarcelamiento? Su convicción política, su afirmación en los principios, su amor al pueblo y a la causa revolucionaria. Sin duda alguna Marcelo ha dado muestras de ello. Resiste porque está convencido en lo que cree, y porque sabe de la transitoriedad del momento que vive. Resiste porque, a su vez, ha visto que sus compañeros siguen junto a él y cada quien combate en la trinchera que las condiciones exigen y permiten.

Para él la cárcel es un nuevo frente de lucha. La ha tomado como recomienda el poeta turco Nazim Hikmet:

Has de tomar en serio el vivir.

es decir, hasta el punto y de tal manera

que aun teniendo los brazos atados a la espalda

y la espalda pegada al paredón...

... has de saber morir por los hombres

Sucede

que estamos en la cárcel

... Sin embargo, hemos de de seguir viviendo con los de afuera,

con los hombres, los animales, los conflictos y los vientos,

es decir, con todo el mundo exterior que se halla

tras el muro de nuestros sufrimientos;

es decir: estemos donde estemos

hemos de vivir

como si nunca hubiésemos de morir

jueves, 11 de noviembre de 2010

Marcelo Rivera, delicado de salud se encuentra Hospital Eugenio Espejo


Marcelo Rivera, preso politico del actual gobierno, con 27 dias en huelga de hambre, sufrió una descompensación y cólicos fuertes estomacales que provocaron su traslado urgente el día de ayer a las 22H30, al Hospital Eugenio Espejo, area de Emergencias, donde hasta el momento se encuentra hospitalizado. Marcelo Rivera, Presidente de la FEUE Nacional inicio la huelga de hambre en exigencia de su libertad, fue condenado por terrorismo, un hecho inédito en el país, y sentenciado por la Jueza Gladys Terán a 3 años de prisión y 300 mil dólares de multa. Hecho único en el país ya que ni en la dictadura militar ni en la época terrible de Febres Cordero se realizaron esta tipo de acusaciones, eso demuestra una practica sistemática de criminalización de la lucha social en el Ecuador.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Justicia secuestrada

La resolución adoptada por el Tercer Tribunal de Garantías Penales de Pichincha en el juico penal entablado en contra de Marcelo Rivera, Presidente Nacional de la FEUE, es una clara evidencia del sometimiento de la justicia a la voluntad del Presidente de la República. Sin duda alguna, Correa tiene secuestrada a la Función Judicial.

No es difícil ver aquello. Sábado a sábado Rafael Correa ordena ya sea al Fiscal, a jueces o a gobernadores tomar medidas para enjuiciar o encarcelar a quienes él considera son un peligro para su gobierno. Durante las jornadas de lucha que los estudiantes universitarios llevaron adelante en defensa de la educación gratuita y la autonomía universitaria, Correa ordenó la detención de Marcelo Rivera y, tiempo después, se instauró en su contra un juicio penal que ha desembocado en una condena a tres años de prisión. Correa también ordenó medidas contra varios dirigentes populares, entre ellos Mery Zamora y William Pazmiño, presidenta de la UNE Nacional y de la UNE del Guayas, respectivamente, lo que los obliga a mantenerse en la clandestinidad; igualmente pidió que se tomen medidas en contra de los Acalde y Prefecta de Esmeraldas. En general, más de un centenar de luchadores populares enfrentan procesos judiciales en su contra por el delito de protestar.

Siempre se consideró a la protesta como un derecho, la misma Constitución de la República reconoce el derecho a la resistencia y una serie de cartas e instrumentos legales internacionales reconocen el derecho al reclamo, a la libre expresión, a la movilización tanto individual como colectivas, pero en el Ecuador eso se ha convertido en delito.

Con la resolución del Tercer Tribunal queda claro que Correa ordena y los jueces cumplen, pero además que la criminalización de la protesta popular toma cuerpo. Si el movimiento popular permite que esa se enseñoree, la voz y la acción de los movimientos populares y sociales en general serán ubicados como llamados y medidas desestabilizadoras, conspiradoras. Así calificó ya Correa a la lucha de los campesinos en contra de la Ley de Agua o a la resistencia a la explotación minera a gran escala y a cielo abierto. Criminalizar la protesta social equivale dar el rango de delincuente común a los protagonistas de acciones de protesta o lucha y a las organizaciones que las impulsan como asociaciones ilícitas. Calificativos de ese tipo ya hemos escuchado en boca del Presidente.

Plan del Gobierno por despedir a cerca de doscientos mil servidores públicos

El Asambleísta por la provincia de Esmeraldas, Linder Altafuya, señaló que tal como había advertido en su momento, el Gobierno Nacional está llevando adelante un plan para sacar del servicio público a doscientos mil servidores públicos, este proceso ha comenzado en los Ministerios de Agricultura y Salud Pública, en este último ni siquiera se lo ha hecho de forma planificada, tanto así que han cesado en sus funciones a médicos especialistas que tenían cirugías planificadas y que no pueden ser reemplazados al momento pues no existen médicos especialistas en estas áreas


Linder Altafuya, comentó que está solicitando información a cada unos de los Ministerios e Instituciones Públicas con el fin de que señalen documentadamente cual es el presupuesto con el que cuentan para pagar las indemnizaciones que señala la Ley de Servicio Público para estos casos, pues sería totalmente injusto que además de obligar a jubilarse a cientos de servidores públicos que tienen el conocimiento y la experiencia y que aún tienen la predisposición de servir a su país, se les pague en bonos de Estado, papeles que serán castigados en el mercado y que por lo tanto significará una disminución importante de su indemnización.


Altafuya manifestó que la obligación para los servidores públicos de jubilarse a los 70 años es inconstitucional, pues desconoce los principios de no discriminación e igualdad ante la Ley, así como por desconocer las jornadas especiales para médicos, enfermeras, odontólogos, tecnólogos médicos, entre otros, por lo que en los próximos días presentará una demanda de inconstitucionalidad a la Ley Orgánica del Servicio Público por estos aspectos, concluyò el Asambleísta Linder Altafuya.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Marcelo Rivera 19 días en Huelga de Hambre


Marcelo Rivera Presidente de la FEUE NACIONAL, es un estudiante revolucionario no un terrorista

Es una victima más de la actitud prepotente y autoritaria del gobierno que, ejerciendo presión en el sistema judicial, lo ha condenado como terrorista, por el único delito de haber exigido solución a los graves problemas de la educación universitaria, cumpliendo su papel de dirigente, pero nunca agrediendo al rector de la Univ. Central como incluso sostiene el propio rector, en su declaración juramentada en la audiencia de juzgamiento.

Hoy Marcelo Rivera cumple 19 días en Huelga de Hambre en la Cárcel No 2

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