Por: Franklin Falconí Editor
Quincenario Opción (tomado: www.ecuadorlibrered.tk)
Con la convocatoria a elecciones
por parte del Consejo Nacional Electoral (CNE), la campaña más ideológica que
hasta ahora haya tenido el país se inició. Y es que más allá del pragmatismo
con el que muchos marketeros políticos sostienen que las ideologías no ganan
votos, es evidente que en el escenario habrá dos corrientes fundamentales en
disputa: la derecha y la izquierda, con la particularidad de que un sector de
la derecha, el que está en el poder, se presenta como izquierda y habla de que
en el país se vive una revolución, mientras que otro sector, el de la derecha
tradicional, busca presentarse como renovadora, modernizada y prefiere no
hablar de ideologías. Y en el extremo opuesto están las izquierdas, unificadas
en la Coordinadora Plurinacional, que sostiene un auténtico proyecto político
emancipador.
Por el lado del gobierno, su
fortaleza mayor está en el dominio y utilización que hace de la
institucionalidad del Estado, secuestrada a nombre de "revolución", y
la presencia del caudillo Rafael Correa, sin el cual todo el proyecto político
es imposible. Y es que para esta supuesta izquierda, todo comienza y termina en
el Presidente, él es el paraguas bajo el que se cobijan una serie de pequeños
grupos sociales creados para o logrados de la división a las organizaciones
sociales históricas, y una inmensa cantidad de individuos con proyectos
personales, que actúan cual buitres tras carroña en cada proceso electoral.
Aunque por supuesto un importante sector acompaña al POR Fran klin Falcon í
Presidente, porque aún cree que con él se camina hacia una revolución; y otro
sector, el mayoritario, que se ha visto beneficiado de la política
asistencialista, populista, del régimen, pero que es susceptible de irse por otras
opciones que en un momento puedan presentarse como más beneficiosas.
La encuestadora oficial, Perfiles
de Opinión, luego de darle alrededor del 56% de intención del voto al
Presidente, argumenta que lo que le queda como reto para evitar una segunda vuelta
que podría ser sumamente peligrosa, es recordarle a la gente la obra hecha, y
lo más importante: mostrar qué más puede ofrecer su proyecto político. Algo que
podría ponérsele complicado, considerando que las carreteras que cruzan todo el
país no han logrado traer más alimento a la mesa de los ecuatorianos, ni
generar más empleo, o reducir la delincuencia y el crimen organizado en el
país.
En lo segundo es en donde se
medirá, con hechos, si este gobierno es de derecha o de izquierda, es decir, si
responde realmente a los intereses de los grandes empresarios y banqueros, o a
los intereses de los trabajadores y pueblos. Recordemos que durante el gobierno
de Correa las ganancias de los grandes empresarios se han duplicado, pasaron de
529 millones en 2006, a 1.830 millones en el 2010. Y de igual modo la banca,
que de 239 millones de ganancia en el 2006 pasó a 393 millones en el 2011. La
pregunta entonces es: ¿qué ofrecerá Correa ahora?, ¿seguir aumentando la
ganancia de estos poderosos en perjuicio de millones de ecuatorianos pobres y
de clase media? Un gobierno de izquierda toma el partido contrario, es decir
hace lo que dice la canción de Quilapayún, "que la tortilla se vuelva: que
los pobres coman pan, y los ricos mierda, mierda..."
La derecha "renovada" de
Guillermo Lasso, aunque se tome descaradamente el discurso de la izquierda,
como la libre elección de las carreras universitarias, o la no explotación del
ITT, o el incremento del bono de desarrollo humano, o el respeto a las
libertades democráticas, tiene el límite de su pasado (presente) de banquero y
el trauma aún no superado del feriado bancario de Mahuad, que aún es fuerte
entre los ecuatorianos, y que Correa utilizará con mayor intensidad para
frenarlo cuando sea necesario, puesto que por ahora es muy útil que Lasso se
siga posicionando como su contendor principal.
Las otras dos opciones de la
derecha: Lucio Gutiérrez y Álvaro Noboa (si llega a inscribir su candidatura)
son candidatos que han permanecido presentes en los últimos años y su tendencia
ha ido en permanente caída. Ambos disputan un mismo electorado, el que además
ha sido capitalizado en su mayoría por Correa en la última consulta popular. Y
por otro lado, Perfiles de Opinión coloca a Alberto Acosta en cuarto lugar, por
sobre Noboa y otras posibles candidaturas, que no llegan ni al 1%, como la de
Montúfar o Paco Moncayo, y hasta de Fabricio Correa.
Con esto la de Acosta y la de
Laso son las dos candidaturas que se vislumbran como las más opcionadas para
disputarle a Correa en la segunda vuelta. Así lo deja entrever el análisis de
esta empresa oficialista. En realidad, la de Acosta tiene todo el potencial de
mostrarse como la candidatura renovadora, coherente con el proyecto político
original que Correa traicionó. Que se construye sobre una legitimidad social
ganada entre las organizaciones populares; que puede mostrarse antagónica, no a
Correa de manera personal, sino al irrespeto a una Constitución aprobada con
índices inéditos de respaldo popular, antagónica a la corrupción institucionalizada.
La candidatura de Acosta tiene la
gran oportunidad de abrir un debate de calidad en el escenario político, puesto
que ayudará a entender con más claridad a los ecuatorianos el auténtico camino
al socialismo. Es decir, abre un escenario inédito para la conciencia de los
ecuatorianos.
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